Todos los días me levanto con los ojos pegados deseando dormir un ratito más. Ya no sé lo que es dormir ocho horas seguidas y por supuesto me olvidé de lo que es una siesta. Ahora no duermo como antes, pero puedo seguir soñando como cuando era una niña e imaginaba mundos donde solo yo podía entrar. Los sueños forman parte de mi vida, muchos de ellos se han transformado en la realidad que me rodea y otros están a la espera de que yo los termine de creer para que puedan materializarse. Por ello sigo creyendo en los sueños y en la magia de la vida. Por ello adoro los cuentos.
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